
Hace mucho tiempo atrás, se hablaba y se practicaba la escuela de padres, pero como todo programa, caduca o pierde su vigencia.
Aunque por aquellos años (15 años atrás), eran pocos los padres que asistían a la escuela de padres convocada por la Dirección de algunas unidades educativas.
Es decir que, de 300 padres de familia, unos 30 o 50 padres de familia asistían conscientemente a los talleres. Hoy se habla poco de la escuela de padres y de lo que se habla queda en su mayoría en un simple palabrerío.
Hoy los padres tienen otras necesidades y su tiempo es limitado (como el de la mayoría de las personas). El tiempo ya no alcanza para asistir a un programa de escuela de padres.
Es necesario crear otro espacio donde se haga uso del menor tiempo posible, o que los padres puedan asistir al taller a cualquier hora del día o de la semana. Los resultados pueden ser positivos si nos acomodamos a su tiempo.
Los beneficios de la escuela de padres, ahora talleres o cursos son muchos:
Los padres aprender a desarrollar o cultivar la paciencia, la flexibilidad y la empatía frente a los demás, pero también frente a ellos mismos.
Aprenden que dentro de la familia se puede realizar dinámicas familiares.
Aprenden a tener mejores vínculos afectivos con sus hijos.
Aprenden a crear una comunidad familiar, donde está incluido, la comunidad educativa y dentro de ello el docente.
Aprenden estrategias para solucionar problemas o mejorar la relación con su hijo.
Conocen las diferentes normativas y los derechos de que tiene cada ser humano Aprenden sobre la asertividad. El desarrollo evolutivo de los hijos. La autoestima. Habilidades sociales, entre otros.
Y lo más importante es que aprende a conocer el rol o el papel de la familia:
a) El desarrollo emocional y de la autoestima. La familia es el escenario donde el sujeto se construye como persona adulta con una determinada autoestima y un sentido de sí mismo, que le proporciona un cierto nivel de bienestar psicológico para enfrentarse a la vida cotidiana, a los conflictos y situaciones estresantes. Dicho bienestar está relacionado con la calidad de las relaciones de apego que las personas adultas han tenido en su niñez. Es, por tanto, a través de la familia desde donde se empieza a formar la idea que el individuo tiene de sí mismo (autoconcepto) y la valoración de uno mismo que resulta de dicha idea (autoestima). Así, se define la autoestima como la satisfacción personal del individuo consigo mismo, la eficacia de su propio funcionamiento y una actitud evaluativa de aprobación que siente hacia sí mismo.
b) La maduración psicológica y el desarrollo de la personalidad. Elementos considerados como herramientas básicas para la vida futura donde se deberá afrontar retos, así como asumir responsabilidades y compromisos que orientan a los adultos hacia una vida fructífera, plena de realizaciones y proyectos e integrada en el medio social.
c) La transmisión de valores y de la cultura. Aspectos que hace de puente entre el pasado (la generación de los abuelos y anteriores) y hacia el futuro (la nueva generación: los hijos). Los principales elementos de enlace entre las tres generaciones (abuelos, padres e hijos) son, por una parte, el afecto y, por otra, los valores que rigen la vida de los miembros de la familia y sirven de inspiración y guía para sus acciones.
d) El apoyo emocional. Elemento vital para enfrentar diversas vicisitudes por las que pasa el ser humano. La familia puede ser un “seguro existencial” que permanece siempre a mano y un elemento de apoyo ante las dificultades surgidas tanto fuera de la familia como dentro de ella. (Durán, Tébar y otros, 2002).
Entonces, quizá no se pueda implantar un programa, pero si se puede hacer cursos y talleres de acuerdo al tiempo que disponga el padre de familia.
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